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La mujer loca, de Juan José Millás

Cuando llegó a mis manos La mujer loca pensé que había encontrado un compañero pasajero. Que lo abriría al entrar al vagón del metro y que lo cerraría al salir del mismo (o incluso antes). Cómo me equivoqué. Sin quererlo, había adquirido un libro especial, tan original que no se le puede atribuir una etiqueta concreta. Sí, como leen, en palabras del propio autor, Juan José Millás, esta obra literaria “es un híbrido entre novela, reportaje y autobiografía”. Un híbrido digno de un lector ‘gourmet’.

Abrí el libro como quien enciende la televisión, buscando algo con lo que matar el tiempo. Pero entonces conocí a Julia, una estudiante de gramática a la que le visitan frases y palabras, y mi percepción de la obra cambió de forma radical. Me introduje en el personaje de tal manera que al levantar la vista de la novela me pareció verla sentada en el metro. Y no es para menos, pocas veces en la vida tienes la suerte de conocer (aunque sea en un libro) a personas tan especiales e inteligentes; porque si Julia se distingue por algo, es por su inteligencia. Es una mujer loca que dice cosas cuerdas, que ama con todo su corazón las letras.

La confusión llega cuando Millás -que aparte de ser el autor y narrador de la obra es uno de lo personajes de la misma- nos presenta a Emérita, una anciana con una enfermedad terminal que desea poner fin a su vida. En este punto el autor se enfunda en el papel de periodista, y en vez de estar ante una novela te encuentras leyendo un reportaje (más bien, un manual sobre cómo se elabora un reportaje).

Juan José juega con esto durante toda la obra, por lo que llega un momento en el que no sabes dónde está el foco de atención; si en el reportaje (Emérita) o en la novela (Julia); algo que podría resultar agobiante, pero que en este caso resulta fascinante. Y mucho.

En este juego también nos adentramos en la vida del propio escritor. Algo que se agradece, pues entiendes mucho mejor el porqué nos está mostrando las dos historias. Según expuso Juan José Millás en la presentación del libro hace unos años en Madrid, este hecho de aparecer dentro de su propia novela es fruto de su investigación sobre los registros narrativos. «Muy pocos se plantean lo que dice un narrador de sí mismo y por ello me pareció interesante hacer un libro en el que hubiese una pizca autobiográfica sobre mí, que soy el que cuenta la historia», expuso.

DENUNCIA SOCIAL

La obra destaca por su tinte social gracias a Emérita, que reivindica el derecho a una muerte digna y que desea, de todo corazón, poner fin a su sufrimiento. Este es uno de mis rasgos favoritos de la obra ya que estés o no a favor de la eutanasia, Millás es capaz de ponerte en la piel de una enferma terminal y consigue que empatices con este tipo de personas.

En definitiva, La mujer loca es una novela extraordinaria, donde no sabes qué es verdadero y qué es falso; donde conoces a dos Millás: el de acá y el de allá… Un libro divertido con pizcas de denuncia social y literatura. Una obra que si no existiese debería ser inventada. Una lectura no recomendable, sino obligada.

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